La villa romana era una residencia situada en la periferia de las ciudades.
Podía estar dedicada al recreo, en ese caso se conocen como villas
urbanas, o bien, servir para gestionar una explotación agrícola o ganadera,
en cuyo caso se denominanvillas rústicas.
La mayor parte de los restos de poblaciones en la provincia de Segovia, responden
a este epígrafe de “rústicas” o “rurales”. Su número en nuestro territorio es
grande (se piensa que en torno a una centena de villae),
lo que atestigua como la provincia segoviana estuvo muy romanizada, y como la
labor de explotación del campo debió ser intensa e importante. La mayoría se
fundan a finales del I ó II d. C., se destruyen o abandonan durante las crisis
del siglo III, y se reocupan, ya en el siglo IV. Gran parte de estas villas se
encontraban unidas por caminos o vías menores que han perdurado casi hasta
nuestros días, perdiéndose desgraciadamente su rastro tras el proceso de
Concentración Parcelaria desarrollado durante el siglo pasado.
Estas casas de labor, comparables a los actuales cortijos andaluces, se
estructuraban en torno a un gran patio central, y entorno a ellas se
desarrollaban las explotaciones agrarias. Tenían una serie de características o
elementos particulares, como son la casa del vilicus,
o encargado de la explotación, diferentes edificios para el ganado y las
herramientas, pajares, graneros, caballerizas, bodegas, almacenes, huertos, etc.
Solía contar, además, con un edificio reservado al dueño de la finca para el
caso de que quisiera pasar
alguna temporada en el campo. La zona noble dedicada al alojamiento y vivienda
del señor estaba en relación directa con la riqueza de su propietario; la
suntuosidad y el lujo de la villa (pinturas murales, decoración del suelo con
mosaicos, mármoles, estatuas, etc.) podía llegar a ser realmente deslumbrante.
Habitualmente, y de acuerdo con el concepto mediterráneo de casa, la villa se
estructuraba en torno a un gran patio, o peristilo, porticado, en el que
usualmente existía un estanque central. Las diferentes habitaciones de la casa
giraban en torno a ese patio. Entre ellas, las más importantes eran el oecus (sala
de recepción o gran salón), el triclinio (comedor)
y los cubículos(dormitorios).
Otras instalaciones, como las termas o el hipocausto (sistema
de calefacción) completaban las comodidades que estas edificaciones ofrecían a
sus propietarios.
La fuerza de trabajo empleada en la explotación de las villae variará.
En la República, la mano de obra es mayoritariamente esclava, disminuyendo el
número de esclavos al final de la misma. Desde finales del siglo II comienza a
ser abundante la mano de obra libre y menor el número de esclavos; también
adquiere importancia el colonato, que comienza a ser plenamente significativo en
el siglo III.
Estos centros agropecuarios serán, en el fondo, los encargados de mantener
económicamente a las ciudades. Las villae se
autoabastecían y
proporcionaban riqueza a su ciudad más cercana. Allí se llevaba a cabo la
explotación del entorno y la fabricación de casi todo lo necesario para
desarrollar las diferentes labores agrícolas; se hacían trillos con silex,
arados, horcas, etc.
Catón el Viejo (234 a.C.-149 a.C.) en su manual sobre cómo debe dirigir una
granja (De Agri Cultura o
Sobre la Agricultura), única de sus obras que ha sobrevivido en su totalidad,
indicaba cuales debían ser las características de las villas rústicas: “Cuando
vayas a comprar una finca visita varias veces el lugar elegido y mira bien a tu
alrededor... Asegúrate de que tienes buen clima, no propenso a tormentas. El
terreno ha de ser bueno, con fortaleza natural. Si fuese posible, debería
hallarse al pie de una colina, orientado a mediodía, en un lugar sano y donde
resulte fácil encontrar peones. Debe tener agua abundante y encontrarse cerca de
una población floreciente, o del mar o de un río navegable, o de una calzada
buena y frecuentada (...) Si me preguntas cuál es la finca ideal, te diré que la
de cien yugadas (250.000 metros cuadrados) de extensión y dotada de toda clase
de suelos. Lo primero ha de ser la viña, si produce vino de buena calidad; lo
segundo, un huerto irrigado; lo tercero, un sauceda; lo cuarto un olivar; lo
quinto, un prado; lo sexto, un campo de trigo; lo séptimo un bosque; lo octavo,
una arboleda; lo noveno, un encinar” (Catón,
De agricultura. I, 1,3 y 7,1).
Por todo el territorio segoviano encontramos numerosos restos de villae rurales,
dedicadas a la explotación del entorno y con una economía casi de
autoabastecimiento. Aunque gran parte de estas “villae
rusticae” se fundan
en el siglo I ó II d.C., van a tener su momento de esplendor en el siglo IV d.C.
Hacia el siglo III d.C. comienza la época bajoimperial, y con ella un proceso de
crisis en el modo de vida romano que va a hacer que el Imperio se ruralize.
Entran en una profunda crisis las ciudades, en ellas la presión fiscal es
demasiado grande, así la gente huye al campo. Las familias mejor situadas
económicamente abandonarán el medio urbano para instalarse en el campo, los
grandes propietarios se vuelven a sus villae y
reactivan sus explotaciones agrícolas, tomando como trabajadores a los no
propietarios que también huyen de ellas, a cambio de su protección. Las villae crecerán
mucho y serán las protagonistas de la vida económica, política y social a partir
de ahora. El siglo IV, es el periodo de esplendor de las villae segovianas,
los dueños de estas explotaciones van a llevar una vida prácticamente a espaldas
de las ciudades.
De destacar son las villae de
Aguilafuente, Armuña, Espirdo, El Guijar, Madrona, Paradinas, Laguna Contreras,
la villa y el mausoleo paleocristiano de la Ermita de las Vegas de Requijada,
Valseca de Bohones, Escarabajosa de Cabezas, Donhierro, Abades, Riaguas de San
Bartolomé, Ventosilla y Tejadilla, Cedillo de la Torre, Torreiglesias, Turegano,
Saldaña de Ayllón,…
Veamos a continuación algunos datos referentes a las principales villae del
territorio segoviano:
Villa romana de Santa Lucía en Aguilafuente.
Situada en el término de Aguilafuente, a 35 kilómetros al NO de la capital de
Segovia, y a unos dos kilómetros del casco urbano de Aguilafuente en dirección a Sauquillo
de Cabezas y Turégano, el descubrimiento fortuito de la Villa de Santa Lucía fue
dado a conocer en 1868. La villa de Santa Lucía es llamada así por el nombre del
paraje donde se descubrió, aunque parece ser que hasta finales del siglo XVI
este mismo lugar era conocido como San Mames por una ermita existente sobre el
espacio ocupado por la villa. Se trata de uno de los grandes latifundios
bajoimperiales meseteños que se desarrollaron sobre asentamientos rurales
precedentes, explotando de forma intensa las actividades económicas de la zona,
principalmente agrícola (cerealística) y ganadera.
La villa fue redescubierta en 1968 gracias al grupo escolar de Misión
Rescate número 349, que formaba parte de un programa-concurso cultural
ofrecido en aquel tiempo por Radio Televisión Española. Ese mismo año, los
arqueólogos Rosario Lucas Pellicer y Vicente Viñas, inician una serie de
campañas de excavaciones que se prolongarían hasta 1972, y que tendrían como
resultado el develamiento de una importante villa romana y
de una necrópolis visigoda de gran extensión. Entre las conclusiones planteadas
por los citados arqueólogos se destacan dos ideas principales, en primer lugar
que la villa romana de Aguilafuente, aunque puede que tuviese un origen
altoimperial, su momento de mayor desarrollo y esplendor se situaría en el siglo
IV d.C., y que, en segundo lugar, en un periodo posterior, el espacio ocupado
por la villa fue reutilizado como necrópolis visigoda (del siglo VI entre los
que destacan 198 enterramientos que incluían ricos ajuares funerarios a base de
fíbulas, broches, hebillas de cinturón, cuchillos domésticos,..) de una
población próxima indeterminada.
De la gran villa tardorromana de Aguilafuente, sólo se ha excavado algo más de
la mitad de la pars urbana o
parte domestica utilizada por el dominus o
señor de la villa y su familia. Concretamente la parte más occidental del
edificio. En el resto del yacimiento, en la parte más oriental, se han realizado
algunas catas que han servido para delimitar el perímetro completo de la villa.
Con los datos obtenidos se ha podido concluir que la villa tendría una
superficie próxima a los 2.500 metros cuadrados.
De entre los abundantes materiales aportados por la excavación, además del
material cerámico en el que destacan fragmentos de terra sigillata hispánica tardía
así como de cerámica común, hay que destacar los restos decorativos encontrados
y depositados en el Museo Provincial de Segovia, y sobre todo, el conjunto más
notable y numeroso de mosaicos romanos a nivel provincial. Mosaicos que se
encuentran depositados en el en el Aula Arqueológica de Aguilafuente. Destaca
especialmente el que se encontraba en el centro de una gran sala cuadrangular:
el oecus, denominado de “Los
Caballos”, que nos habla de la influencia iconografía de los mosaicos
romano-africanos en la Península, y cuyo emblema central constaba en origen de
cuatro caballos atados a dos árboles, de los que se conservan restos de dos de
las figuras; caballos que aparecen atados por parejas, conservándose el nombre
de dos de ellos: Tagvs y Evfrata..
Ante el lamentable estado de deterioro y abandono sufrido por la villa tras la
última campaña de excavaciones del año 1972, la Junta de Castilla y León decidió
en 1993 acometer obras de consolidación en la villa dentro del Programa Anual de
la Consejería de Fomento. Una actuación de tipo preventivo y de consolidación de
los muros y cubrición de las estancias, que si bien no ha podido frenar el
proceso de degradación del yacimiento, sí supuso unas mejoras de carácter básico
en las condiciones de la villa.
Una parte importante de los mosaicos de la villa de Santa Lucía se pueden
contemplar en elAula
Arqueológica de Aguilafuente
(Segovia) ubicado en el interior de la reformada Iglesia de San Juan Bautista,
edificio románico adquirido por el Ayuntamiento, quien la restauró en
colaboración con la Junta de Castilla y León para ser sede de este centro. El
Aula de Arqueología está dedicada a las villae tardorromanas,
residencias rurales y explotaciones agrícolas que tuvieron un especial
desarrollo en la Hispania del Bajo Imperio, a partir del siglo IV d.C., y al
mundo visigodo posterior con las novedades que la irrupción de los nuevos
pobladores superpone a la estructura sociocultural de los hispanorromanos.
Lógicamente, el Aula se centra de manera especial en la villa romana de Santa
Lucía, así como todo lo relativo a la necrópolis creada por poblaciones
visigodas, aprovechando las ruinas del abandonado edificio romano (segundo
tercio del siglo VI d.C.).
Villa romana de Paradinas.
En el año 1865, y fruto de una casualidad, se descubrieron los primeros mosaicos
de Paradinas. Restos
de una villa romana, datable entre los siglos III y IV d. C., típica del mundo
bajoimperial, que se encuentra bajo el mismo pueblo (situada a la entrada de la
localidad viniendo desde Aragoneses) y que probablemente dio origen al mismo. La
importancia que debió tener, viene acreditada por los ricos mosaicos que
decoraban el suelo de las diferentes estancias, algunos de los cuales aún
permanecen enterrados.
Las primeras intervenciones oficiales se producen en el año 1968, para
posteriormente caer en el olvido y abandono. Tras la nefasta actuación
arqueológica de los años 60 (se han perdido para siempre los mosaicos de varias
estancias) el olvido administrativo se ha apoderado del resto de mosaicos que
aún quedan y que podrían aportar un mayor conocimiento de la romanidad tardía en
la Meseta.
Actualmente,
se conserva un mosaico geométrico en la iglesia de Paradinas. Además, se halló
hace años otro con la figura de una de las cuatro estaciones del año, el
invierno, que todavía permanece in situ. Según la arqueóloga Rosario Lucas, la
representación de las estaciones en los mosaicos simboliza la actividad
fundamental de la villa, la agrícola. Posiblemente, esta representación del
invierno iría acompañada de las otras tres estaciones.
Para tener un mayor conocimiento de la importancia arqueológica de la zona es
recomendable visitar el Centro
de Interpretación Arqueológico ubicado
en las antiguas escuelas de la localidad. Paneles informativos sobre el mundo
romano, cerámica sigilata de la época del Bajo Imperio, monedas de aquellos
siglos, pondus (pesas
de telar), y varias piedras de molino se muestran en la gran sala del central.
Vecinos de Paradinas han donado muchos de estos restos arqueológicos para que
puedan ser expuestos al público. Una colección de fotografías de las
excavaciones realizadas a lo largo del siglo XX en Paradinas cierra la
exposición. Este centro con el que se pretende difundir la riqueza patrimonial
de la localidad ha visto la luz gracias a la colaboración entre la Asociación
Cultural "Fray Esteban de las Monjas", el Proder Aidescom, Caja Segovia y el
Ayuntamiento de Santa María de Nieva.
Villa de las Vegas de Pedraza en Requijada.
La localidad de Requijada (cuyo nombre original se cree que proviene de ladeformación
del de “Requejada”, del latín reccesus, lugar apartado o rincón),
núcleo perteneciente al Ayuntamiento de Santiuste de Pedraza, es conocida sobre
todo por la iglesia de Nuestra Señora de las Vegas, declarada Monumento Nacional
en 1969.
En las inmediaciones de dicha ermita románica de las Vegas, a raíz de unos
trabajos de acondicionamiento realizados en los años cincuenta en una tejera
situada en las proximidades de la ermita románica, se pudo localizar una
importante villa rústica. En prospecciones superficiales se recogieron
fragmentos de mosaico, ladrillos y terra sigillata hispánica,
lisa y decorada. La datación de estos restos, hasta que no se haga una
excavación rigurosa, no es muy precisa, situando el
origen de este asentamiento romano, según algunos estudiosos, en el periodo
altoimperial.
Esta villa, ocupada desde finales del siglo II d.C. hasta bien entrado el siglo
V d.C., sería propiedad de algún personaje adinerado que quiso explotar
económicamente el valle del Cega. De la riqueza del dueño habla la gran
extensión que ocupa el yacimiento, y los fragmentos de mosaicos y de terrasigillata hispánica
encontrados.
Para José María Izquierdo Bértiz la villa constaba con un edificio termal sobre
el que, con la llegada del cristianismo, se construyeron una basílica, un
recinto bautismal y un mausoleo paleocristiano. Edificaciones levantadas en el
lugar que hoy ocupa la ermita románica.
En 1971, ante el gran deterioro de la ermita se acometen una serie de trabajos
de restauración complementados con una intervención arqueológica a lo largo de
cuatro campañas (1972-1976) que pondrán al descubierto el recinto termal anexo
al cuerpo principal de la villa, el cual a partir del siglo V será reutilizado y
transformado en un edificio religiosos para el culto cristiano.
Aunque
el mausoleo fuera probablemente construido para uno de los propietarios de la
villa, no faltan curiosas teorías como la de Tomás Calleja, que considera a
estas construcciones como un “martyrium” donde
se podía dar culto a un supuesto San Justo que fue martirizado en Pedraza en el
año 290 d.C. Dicho autor se basa en los hallazgos de las últimas excavaciones y
en el hecho de que la ermita está en el término de Santiuste (san Justo) de
Pedraza.
En cualquier caso, la tradición del lugar como sagrado probablemente fuera
conservada por los visigodos (José María Izquierdo apunta la posible existencia
de una necrópolis visigoda en el mismo emplazamiento), llegando hasta nuestros
días representada por la bella estampa del edificio románico.
Villa romana de Los Casares (Armuña).
El importante yacimiento arqueológico de la villa romana de los Casares se sitúa
en una amplia zona llana del mismo nombre, entre el río Eresma que lo delimita
por el este y los arroyos Soto y Pozo que prácticamente lo circundan, a medio
camino entre Coca y Segovia, por donde discurría la vía romana que unía ambas
ciudades. Hasta el año 2006, los únicos documentos que probaban la existencia de
la villa eran las fotografías áreas que Alonso Zamora y Julio del Olmo tomaron
en 1989 y 1995, respectivamente.
Posteriormente, un equipo de arqueólogos de la Universidad Complutense iniciará
los trabajos de excavación en el yacimiento de Los Casares, durante dos campañas
realizadas en los veranos de 2006 y 2007, en el marco de un proyecto de
investigación financiado parcialmente por Caja Segovia, con la colaboración de
la Diputación Provincial de Segovia y del Ayuntamiento de Armuña. El director de
la excavación será el madrileño José Jacobo Storch de Gracia y Asensio, Doctor
en Prehistoria e Historia Antigua y Profesor de Arqueología de la citada
Universidad, acompañado de un grupo de investigadores y alumnos.
En el verano de 2006, y gracias
a una subvención de Caja Segovia, el grupo de arqueólogos comenzaba su trabajo
en Los Casares, realizando un somero estudio del lugar. La investigación ha
permitido desvelar que se trata de una gran villa romana de peristilo de origen
altoimperial, que está rodeada de otras construcciones dispuestas en un área
visible de aproximadamente 10 hectáreas. La villa de Los Casares tiene forma de
"U", y se configura en torno a una gran construcción a modo de gran estanque o
piscina central, de dieciocho metros de largo y cinco de ancho. La existencia de
teselas disgregadas en torno al estanque central de esta residencia señorial,
proporcionaba indicios de la posibilidad de hallar un importante mosaico
posiblemente realizado en el siglo IV d. C.
La segunda campaña de excavaciones desarrollada al año siguiente, 2007, en el
yacimiento de Los Casares (Armuña) permitió a los arqueólogos, dirigidos por
Jacobo Storch de Gracia e Isabel Rodríguez López (Universidad Complutense de
Madrid), descubrir el ansiado mosaico. Un mosaico geométrico de al menos nueve
metros de longitud perteneciente a la época tardoimperial, que es cuando se
procedió a la remodelación de la piscina para poder volver a utilizarla. Pues
como ya se ha mencionado,
la parte más antigua de la villa data de mediados del siglo I d. C. Este
importante hallazgo fue la culminación a muchas horas de trabajo y esfuerzos.
Tanto las estructuras como los materiales arqueológicos encontrados hasta el
momento vienen a reforzar la idea de la importancia de esta villa romana,
considerada hasta la fecha como uno de los conjuntos residenciales rurales
romanos (dedicado a la explotación cerealista de su entorno), más significativos
en Castilla y León. Los materiales recogidos corroboran que el yacimiento de Los
Casares estuvo ocupado desde la segunda mitad del siglo I después de Cristo
hasta el siglo IV, no habiéndose descubierto estratos superiores de época
medieval. Según señala Storch de Gracia: “No existe en Castilla y León una
villa romana de esta importancia en una fecha tan temprana, por lo que ésta nos
podría dar una idea de como fueron las primeras villas en el centro de España”.
Entre los hallazgos más sobresalientes merece citarse, numerosos fragmentos de terra
sigillata, el estanque central de la villa romana, así como el mosaico de
tipo geométrico, (de gran belleza, de composición polícroma, con teselas rojas,
amarillas, rosas, blancas, naranjas y negras), lo cual ratifica la existencia de
un conjunto de excepcional riqueza.
Lógicamente, los trabajos no han concluido y a tenor de los restos encontrados,
el profesor de la UCM espera que en futuras campañas se pueda recuperar "un
conjunto pictórico interesante". Por otro lado, cuando las excavaciones
lleguen a su fin, será necesario consolidar las construcciones descubiertas,
vallarlo y musealizarlo, siempre después de haber llegado a un acuerdo con los
propietarios. Pero, de momento, lo más importante es que los primeros trabajos
han confirmado la riqueza de la villa.
(Consultar más datos en la página web de Armuña http://abeto.pntic.mec.es/~rmun0014/armuna/ de
donde he obtenido las fotografías que ilustran este texto y cuya autora es Sonia
Llorente)
Villa romana de “Carracalleja” (Escarabajosa de Cabezas).
En 1969, al preparar unos terrenos para la construcción de un camino ordenado
por Concentración Parcelaria, aparecieron mosaicos tricolores, restos de estuco
y fragmentos de cerámica que revelaron la existencia de un importante
yacimiento: una villa hispanorromana con cronología de los siglos I al V d. C.
Esta villa romana se encuentra enclavada en el término municipal de Escarabajosa,
en el sitio llamado “El Cuadrón”, a pocos metros del arroyo Polendos y a unos
tres kilómetros de la localidad. Más concretamente en dirección a Villovela, en
el terreno Cantos Blancos, denominado de “Los Fetosines”, en una finca a la que
se puede acceder por el camino de Carracalleja o de las Mangadas, que se dirige
hacia el arroyo Polendos.
El
hallazgo de estos restos arqueológicos llegó a oídos los arqueólogos Mª Rosario
Lucas y Vicente Viñas, los cuales tras personarse en el lugar del descubrimiento
realizaron una primera exploración superficial del yacimiento; las impresiones
recogidas en este contacto directo con la villa romana de Escarabajosa fueron
recogidas en un artículo aparecido en Estudios Segovianos en 1971, en donde
ambos arqueólogos aportaban los primeros datos sobre el hallazgo de esta villa:“el
yacimiento parece mas rico e incluso algo mas antiguo que los localizados por
esta misma zona (Aguilafuente, Guijar de Valdevacas, Paradinas...)“; “Debió de
tener su apogeo entre finales del s. II y III. (…) tal vez se trate de un tipo
de villa “mixto”, es decir, residencia señorial y casa de labor, abarcando la
construcción una extensión considerable como es frecuente en este tipo de
mansiones. Nada podemos decir de su planta ni del lugar ocupado por los
mosaicos”. “(…) existen dos mosaicos diferentes, ambos de buena calidad,
realizados con teselas pequeñas cuya superficie no excede el centímetro. La
decoración, geométrica y tricroma en rojo, blanco y negro, destaca por la
intensidad del color rojo, muy bello”. “En superficie abundan restos de estuco
de vivos colores, entre los que sobresale el rojo; ladrillos cuadrados, algunos
muy gruesos, fragmentos de grandes imbrices y tégulas ... Entre las cerámicas,
aparte de los restos de grandes vasijas empleadas como recipientes (ánforas y “dolia”),
es muy abundante la “terra sigillata”, en general de muy buena calidad, lisa y
decorada, junto a otro tipo de cerámicas de superficies muy bien tratadas y de
paredes muy delgadas, contrastando con la tosquedad de materiales de otros
yacimientos análogos”.
Desgraciadamente, a pesar de que Lucas y Viñas nunca dudaron en comentar la
calidad de los hallazgos, y que su existencia apareció citada en el elenco de
las villas romanas más significativas de España (María Cruz Fernández Castro
Villas romanas en España, 1982) no se llevó a cabo ninguna excavación
sistemática de este asentamiento rural, y sus restos siguieron removiéndose al
laborear las fincas que ocupaban dicho terreno.
Habría que esperar hasta el año 2007 cuando se realice una prospección
arqueológica de cobertura total. Esta intervención promovida por el Ayuntamiento
de Escarabajosa y que contó con financiación de Aidescom, dio como resultado la
obtención de numeroso material arqueológico. El director arqueólogo del proyecto
Carracalleja, Pablo Guerra García contó con la participación de un nutrido grupo
de arqueólogos, cuya intervención ha permitido recuperar y documentar cerca de
3.500 piezas de época romana, entre las que destacan al menos cuatro tipos bien
definidos de cerámica romana tipo terrasigillata Alto
Imperial, Hispánica Tardía o Avellanada, fragmentos dispersos de mosaicos,
elemento metálicos (entre ellos, clavos y tachuelas), pesas de telar, un amplio
abanico de material constructivo (entre los que destaca un trozo de columna de
mármol), varios útiles de carpinteros, industria lítica... La pieza más
llamativa encontrada es un pequeño fragmento de cerámica ornamental que presenta
una inscripción “RSULI”, que podría interpretarse como parte del
apelativo de alguna persona moradora de la villa romana en algún momento.
La culminación de este proceso se vio formalizada en diciembre de 2008 con la
publicación de un libro: “El
yacimiento tardoantiguo de Carracalleja (Escarabajosa de Cabezas, Segovia):
Contexto y primeros resultados arqueológicos)”.
En próximas campañas, se continuarán los trabajos, puesto que Pablo Guerra ya ha
anunciado su intención de solicitar permiso para realizar catas, con el objetivo
de localizar las principales estructuras arquitectónicas del complejo y, tal
vez, los mosaicos que los más viejos del lugar afirman haber contemplado hace
años.
Villa de “La Palatina” (el Guijar).
Al efectuar los trabajos agrícolas en una finca próxima a la localidad de El
Guijar se
descubrieron restos de mosaicos romanos. Se trata una villa romana tardía en el
paraje de “La Palatina”, que estuvo habitada desde finales del siglo III hasta
el siglo V, y donde han aparecido numerosos vestigios de un edificio de grandes
dimensiones con decoración musiva. El lugar del yacimiento está enclavado en las
tierras denominadas “La Palatina”, muy próximo al pueblo, a la izquierda de la
carretera que viene de Turegano. El NE. queda limitado por el camino del
“Praillo” que bordea el arroyo de La Matilla. Su extensión, puede abarcar una
superficie rectangular de 150 por 100 m. de lado. La toponimia“Palatina”,
que también encontramos en el nombre de otras localidades, palacios o
palazuelos, proviene del latín palatium, que significa “casa suntuosa” y
generalmente se refiere a grandes casas de labor: antiguas villa romanas.
Cronológicamente esta villa parece más tardía que la de “Carracalleja” en
Escarabajosa, y muy similar a la villa de Aguilafnente. Su comienzo habría que
situarlo, hipotéticamente, entre finales del s. III d. C. y la primera mitad del
s. IV, no obstante, se han encontrado restos de cerámica que podrían hablarnos
de una ocupación anterior al s. III.
Las primeras noticias documentales de este yacimiento son
dos artículos de Tomas Calleja en Agosto de 1968, aparecidos en El Adelantado de
Segovia.
En 1977, Alonso Zamora, realizó una campaña de excavación de urgencia; en esta
intervención se documentaron una serie de mosaicos, descubiertos al realizarse
trabajos agrícolas a solo veinticinco centímetros de profundidad.
Julio del Olmo Martín, experto en arqueología aérea, en su página webhttp://usuarios.lycos.es/arqaerea/libro/portada.html,
aporta más datos sobre esta villa en sus prospecciones realizadas en 1999: “Iniciamos
la descripción señalando que alrededor de un espacio vacío de estructuras, de
forma mas o menos cuadrada, con una amplitud que puede llegar a los cuarenta
metros de lado, se articulan tres alas con estancias mas completas, y el
arranque de una cuarta. En
el ala de orientación más occidental, vemos al menos siete estancias de forma
rectangular, en apariencia muy similares en tamaño. Por delante, en paralelo a
las mismas, aparece una franja que bien parece el corredor de un peristilo. En
el ala más septentrional apenas se aprecian parcialmente dos posibles estancias;
destaca en tamaño la situada en el centro del lado, con posible cierre absidal.
Lo que nos sugiere que podamos estar contemplando una sala de aparato: oecus o
triclinum. Por delante de estas estancias como en el otro ala es visible
también, parcialmente una franja, que identificamos como del corredor del
peristilo. Del ala oriental se aprecian muy bien cuatro estancias, ninguna se
sobrepasa en tamaño en relación a los ejes norte-sur, pero mientras dos son
rectangulares, otra la situada en la esquina sur se asemeja a un círculo. En
este ala también es identificable la franja del posible pasillo del peristilo.
Por último del ala sur solo ha sido posible apreciar el arranque de sus
estructuras a partir del extremo del ala occidental. Todos los datos apuntan a
que nos encontramos ante una villa señorial de significativas proporciones”.
La Villa de Briongos (Riaguas de San Bartolomé).
Riaguas de San Bartolomé es otra de las localidades segovianas
con pasado romano. De ello da fe un bello mosaico, aparecido en 1985 en el
despoblado de Briongos, antiguo lugar enclavado dentro del término de Riaguas,
sobre la margen izquierda del río Riaguas, tributario del Riaza, en el paraje
denominado “Pozo de la Ermita”, a unos 1.100 metros al norte, entre el río
Riaguas y la carretera de Alconada, junto a la divisoria de los términos de
estas dos poblaciones.
De la importancia que debió de tener esta lujosa villa da muestra el capitel
corintio de grandes dimensiones que se encuentra expuesto en el Museo de
Segovia.
En esta villa rustica no se han realizado excavaciones arqueológicas
sistemáticas, únicamente
prospecciones superficiales. La Asociación Socio-Cultural de San Bartolomé, en
un intento rescatar el yacimiento del olvido y dar a conocer a estudiosos y
conocedores del arte romano el bello patrimonio que se encuentra en su término
municipal ha publicado en su página web (http://usuarios.lycos.es/riaguas/)
una serie de fotografías que muestran la importancia del yacimiento así como el
magnífico mosaico que aún se encuentra en su lugar originario oculto bajo varios
centímetros de arena que lo cubre.
Villa de Palazuelos de Eresma.
El origen romano de la localidad, que apuntaba ya su toponimia (Palazuelos,
Palacio, del latín palatium,
casa suntuosa) quedó confirmado en el año 1991, con el hallazgo de una villa
rústica romana en el casco urbano
de Palazuelos, entre el camino de la Iglesia y la carretera de Tres Casas,
aunque se prolonga en todas las direcciones y, en especial, bajo la Parroquia de
Ntra. Sra. de la Asunción.
Dando continuidad temporal al lugar, en el espacio ocupado por la villa romana,
se encontraron también restos de una importante necrópolis visigoda.
El elenco de restos de asentamientos rurales romanos de época bajoimperial en
Segovia es mucho más extenso. Nuestra provincia es un territorio rico en
yacimientos de origen romano. En estas breves líneas he intentado relacionar
solamente una pequeña muestra de las más renombradas y conocidas, no obstante,
soy consciente de que he dejado sin tratar, por falta de datos o por
desconocimiento, algunas villas importantes de la provincia.