HISTORIA
La romanización de esta zona, dejó en Paradinas su huella más
significativa con los restos de una Villa romana, datable entre los
siglos III y IV d. C., típica del mundo
bajoimperial; la importancia que debió tener, viene acreditada por los
ricos mosaicos que decoraban sus suelo, algunos de los cuales aún
permanecen enterrados.
Los restos de materiales más antiguos encontrados en Paradinas nos indica
que el poblamiento del lugar pudo iniciarse durante la II edad de Hierro,
probablemente en el Siglo III a. de C., sus pobladores pertenecientes a los
pueblos celtas pudieron ser vacceos o arévacos. Aunque una investigación más
profunda quizás podría alejarnos en dos o tres siglos esta fecha; su
situación y la bondad de su suelo para la agricultura y pastos nos hace
pensar en los pueblos célticos de la II edad del Hierro –probablemente
vacceos- como los primeros pobladores del lugar de una forma permanente.
Desde esta época la ocupación es continua hasta la ruptura de la invasión
islámica, no descartándose la posible ocupación temporal del lugar por
parte de algún grupo tal vez bereber.
Es en el Bajo Imperio Romano – desde mediados del S. III d. C. – donde
surgen con mayor profusión las denominadas
villae, alcanzándose en el S. IV su periodo de máximo esplendor, para
posteriormente sufrir un declive imparable con la entrada de los
pueblos germánicos.
El auge de las villae esta proporcionado por el modelo económico-social
del Bajo Imperio, definido en lo económico por la casi desaparición de
los intercambios comerciales y la desmonetización y en lo social por la
practica simplificación en dos grupos, los possesores que son los
grandes propietarios latifundistas, y los humiliores la gran mayoría,
cuyas condiciones de vida empeoran inexorablemente.
Con este modelo, definido a grandes rasgos, las villae se convierten,
en unidades económicas prácticamente autosuficientes, acentuándose así
el proceso de ruralización del Bajo Imperio.
El concepto de villa corresponde a una estructura de habitación con un
territorio de explotación anejo y siempre de carácter rural. La villa
constituye un fenómeno de romanización; lo que no quiere decir que no
existiese explotación anterior del medio rural, sino que el sistema de
villas introduce un nuevo modo en esta explotación. Este nuevo sistema
precisa de toda la infraestructura que la romanización supone, pero
fundamentalmente la red viaria, ya que la existencia de ésta facilita a
la villa el acceso de gentes, ideas y bienes necesarios para su
desarrollo y al mismo tiempo permite la salida de excedentes de
producción hacia los centros comerciales.
La explotación a que se
dedica una hacienda depende del tipo de terreno en que se encuentre,
aunque por lo general la explotación es mixta, agrícola-ganadera; la
existencia junto a ésta de otras actividades complementarias como la
fabricación de cerámica, elaboración de vino y aceite y talleres de
fundición de vidrio o metales, da lugar a una unidad económica
prácticamente autosuficiente, tal como preconizaba el ideal republicano
y altoimperial.
No obstante, la existencia
en la hacienda de una mansión ocupada por el propietario de forma
permanente o estacional y dotada de instalaciones de calidad y lujo
semejantes a la domus urbana puede llevarnos a la idea de fincas
exclusivamente de recreo
El problema fundamental para el conocimiento de las villas es la
carencia de excavaciones completas que proporcionen información tanto
de la vivienda principal como del resto de las instalaciones.
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